3.11.08

La ribera del Llobregat se convertirá en un espacio ajardinado


Barcelona, que vivió de espaldas al mar y a los ríos, se abrió al primero a principios de la década de 1990, y en los primeros años de este milenio se recuperó desde el punto de vista medioambiental y para uso ciudadano el último tramo del río Besòs. Ahora le toca al otro río, el Llobregat. Los trabajos de recuperación son visibles en su cauce en el límite de Sant Boi hasta El Prat, algo más de 154 hectáreas que longitudinalmente son unos 3,5 kilómetros.

La recuperación persigue reproducir el nuevo curso del río; ordenar el cauce y sus riberas, que poco a poco se fueron ocupando con pequeñas huertas, y crear caminos que mejoren la comunicación entre las localidades que están a uno y otro lado del Llobregat y, por otra parte, que posibiliten el paseo siguiendo el curso del río. Caminos para las personas y las bicicletas, no para los vehículos de motor. De hecho, los puentes para el tráfico rodado y el ferroviario son los únicos que existen en un buen tramo del Llobregat. Sin embargo, caminar sin peligro desde Sant Boi hasta el cauce del río era imposible hasta que recientemente se colocó una pasarela.

Se trata de una de las estructuras pensadas para salvar rieras y hacer posible el paseo. "El Llobregat está rodeado de municipios que se han ido aislando a medida que avanzaban la industrialización y la presión de las grandes infraestructuras, y los caminos y puentes que proyectamos pretenden acabar con esos problemas de accesibilidad para las personas", explican los arquitectos Enric Batlle y Joan Roig, que están ejecutando la recuperación medioambiental de esa zona del río, un proyecto encargado por la mancomunidad de municipios del área metropolitana de Barcelona. El presupuesto aproximado es de cerca de 8,5 millones de euros. Además de algunas pasarelas, se están trazando caminos a uno y otro lado del Llobregat. "Es complicado y más de una vez nos encontramos con otras obras de canalizaciones de servicios que nos invaden", apunta Batlle.

La presión de las grandes infraestructuras sobre ese territorio es histórica. De muestra, un botón: en una franja de tan sólo un kilómetro hay tres ejes ferroviarios de doble vía, una autopista, una autovía y otros dos ejes viarios importantes de comunicación del área metropolitana, la BV2002 y la nacional 340.

Ese aislamiento impuesto por las infraestructuras es una de las causas del deterioro del cauce y de que el río haya sido ignorado históricamente por los residentes de las poblaciones que lo flanquean. La proliferación de pequeñas huertas ubicadas junto al cauce del río también dificulta la accesibilidad. Algunas de esas parcelas cultivadas ya han desaparecido y el parque fluvial que se está diseñando en su lugar a la altura de Sant Boi tendrá una arboleda de álamos, chopos, plátanos y fresnos que se plantarán en breve.

El proyecto de recuperación global arranca en Sant Andreu de la Barca y debe llegar hasta el mar. De momento, hay dos tramos en obras. El que va desde Sant Boi a El Prat y pasa por Sant Joan Despí, Cornellà y L'Hospitalet, y otro, río arriba, que arranca en el desfiladero de Martorell, pasa por Castellbisbal y Sant Andreu de la Barca, y termina en Pallejà. Este proyecto -como el anterior sometido a concurso- lo realiza el arquitecto y paisajista Alfred Fernández de Reguera.

El tramo intermedio está en fase de anteproyecto.

En la recuperación del cauce del Llobregat la intervención difiere sensiblemente de la realizada en el Besòs. Sobre todo porque en este último el cauce ya estaba marcado por muros. De hecho, las torres de alta tensión se mantuvieron erguidas junto al río hasta poco antes del Fórum 2004.
"Es difícil recomponer la relación de las personas y los pueblos con el río", apunta Batlle. Sin embargo, también parecía casi imposible que el río Besòs -que llegó a ser definido como una alcantarilla al aire libre- pudiera ser recuperable en el aspecto medioambiental y paisajístico, y ahora es una de las zonas preferidas por los ciclistas de domingo y quienes desean hacer ejercicio, además de espacio para un sinfín de juegos.