19.10.05

La Pava



El pasado domingo tuve la fortuna de poder leer la columna de opinión de Manuel Vicent en El País y la verdad es que normalmente coincido con sus opiniones, no obstante esta vez, para mi ha dado claramente en la diana.

En un momento donde el Partido Popular no tiene ningún pudor en mentir, insultar y evidentemente engañar a los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país, posiblemente pensando que quienes les siguen son personas desinformadas, o que no tienen un verdadero criterio propio. Y que su rencor al haber perdido las Elecciones Generales justifica cualquier falta de respeto a nuestras instituciones y a la legislación existente en el Estado Español.

Por lo comentado anteriormente, adjunto podéis leer el artículo de Manuel Vicent, publicado en El País el domingo 16 de Octubre de 2005 titulado La Pava:

Rascándose la sien con la uña del meñique, el ex presidente Aznar libera un rencor primario en los foros extranjeros contra la Espa­ña que le ha abandonado.

Un ti­po de cuarta categoría, como Acebes, que un día nos llamó mi­serables a los que no creímos sus evidentes mentiras, ahora para purgarse nos atosiga poniendo la política a los pies de los caballos con su frenética ideología.

Por fortuna son sólo palabras y no metralla, pero la operación de castigo que está realizando el Par­tido Popular sobre el Gobierno socialista es similar al bombar­deo que ejercía el avión de comba­te Heinkel-46, llamado popular­mente La Pava, durante la Gue­rra Civil sobre algunas ciudades en poder de los republicanos.

Imagino a Aznar con gafas de aviador pilotando aquel bimotor cuya tripa ahora no va cargada con pepinos de acero, sino con simples soflamas incendiarias.

A bordo lleva una tripulación enar­decida y perfectamente adiestra­da, compuesta por Acebes, Zapla­na y Rajoy. De pronto, este po­llastre del espacio amorra el apa­rato hacia tierra y, al pasar en vuelo rasante sobre La Moncloa, grita en inglés tejano: ¡Bombes away! Al oír la orden de ¡Bombas fuera!, sus tres ayudantes rivali­zan en soltar la frase más despia­dada, el insulto más abrupto, la burla más tabernaria, que silban­do por el aire como los proyecti­les van a caer en el punto exacto donde más daño puedan causar en el adversario político, que siempre suele ser la propia cabe­za de Zapatero.

A partir de la Guerra Civil española, la táctica de bombardear indiscriminadamente ciudades abiertas se ha ejecutado en todas las contiendas con el propósito de desmoralizar a la población y de ablandar la resistencia del enemigo.

Después de soportar las bombas, los ciuda­danos, desde lo alto de los escom­bros, suelen recibir entre aplau­sos como libertador al ejército que los ha machacado. Sólo son palabras, no metralla, pero la de­recha, enrocada en un españolis­mo de garrafa, tiene a medio país sometido a una inquietud seme­jante a la que producía el sonido de aquel Heinkel-46 de combate.

Como tantos millones, soy un ciu­dadano de a pie, que paga sus impuestos y trata de vivir tranqui­lo sin más sobresaltos que los que proporciona la vida. No ten­go por qué aguantar la bilis de ningún político, pero, a veces, mientras desayuno leyendo el pe­riódico oigo que alguien grita: ¡Cuerpo a tierra, que viene La Pava! Y pilotando su cacharro en vuelo rasante, como dueños del espacio español, veo pasar a Aznar, Acebes, Rajoy y Zaplana.