29.5.13

La constatación de que los recortes no son la solución, destroza la economía y pone en crisis los planteamientos de estos últimos años.

Se encienden las alarmas: 25.007 millones de déficit público hasta abril, récord en lo que va de crisis.

Es el primer cuatrimestre que mayor déficit ha generado desde que comenzó la crisis: 244 millones más que en 2012 y 18.454 millones más que en 2009. Pese a los recortes y la subida del IVA, la crisis sigue disparando los gastos en intereses, desempleo y Seguridad Social al tiempo que cae la recaudación. Para colmo, las cuentas acusan los trucos contables del año pasado.

El agujero de las cuentas públicas vuelve a encender las alarmas. Según el criterio de contabilidad nacional aceptado por Bruselas, el Estado central registró desde enero a abril el mayor déficit en un primer cuatrimestre de la historia de la crisis: la friolera de 25.007 millones, unos 244 millones más que en el mismo periodo del año pasado y 18.454 millones más que en 2009, el año de mayor déficit al acumularlo Zapatero en el último tramo del ejercicio.
Pese a la subida del IVA y los recortes que no estaban en vigor el año pasado, estos datos de abril se antojan peores que los del ejercicio de 2012. Si se atiende a los datos de caja, el déficit aumenta todavía más: alcanza los 17.404 millones frente a los 9.194 millones de 2012.
Las cuentas acusan, por un lado, una coyuntura económica aún más deteriorada y, por otro, todos los trucos contables de finales del año pasado. El desplome del PIB en un -0,5 por ciento se ha traducido en un aumento de los gastos en desempleo, Seguridad Social e intereses de la deuda al tiempo que caen los ingresos. 
Aunque los anticipos a las Comunidades Autónomas descienden hasta abril un 38,7 por ciento con respecto al año pasado, en estos cuatro primeros meses los gastos financieros engordan un 10,6 por ciento; los adelantos a la Seguridad Social se disparan un 49 por ciento principalmente por las prestaciones de desempleo; y las transferencias a otros organismos se incrementan un 44,2 por ciento. Después de años de crisis suprimiendo y posponiendo las inversiones, éstas han repuntado un 4,3 por ciento.
Los ingresos por caja también se resienten y se reducen un -6,8 por ciento. Sociedades cae un -37,1 por ciento, el IRPF un -5,3 por ciento, y el IVA un -4,7 por ciento incluso habiéndolo subido. De acuerdo con los criterios de contabilidad nacional fijados por Bruselas, el resultado es similar: la recaudación de IVA disminuye en el primer cuatrimestre un -9,9 por ciento y la de renta y patrimonio, un -4,1 por ciento.
Y este descenso en buena parte se explica por las devoluciones que Hacienda desplazó de 2012 a 2013 para poder cumplir con el objetivo presupuestario marcado por Bruselas. De hecho, si se observan los datos homogéneos que restan dichas devoluciones, entonces lo ingresado por IVA sube un 7,2 por ciento empujado por el alza de tipos; Renta baja un -2,8 por ciento una vez se ha agotado el efecto del recargo del 2012, y Sociedades repunta un 11,9 por ciento.
Todo ello hace inútiles los esfuerzos emprendidos en el gasto corriente, que cae un 5,2 por ciento hasta los 771 millones, y en el capítulo de personal, en el que se recortan 89 millones, un -1,1 por ciento. Debido a que se ha eliminado personal eventual y se han amortizado puestos, el Estado se ahorra en sueldos un 6,4 por ciento sobre el año pasado. Sin embargo, el desembolso para las pensiones de los funcionarios se ha elevado un 5,5 por ciento.
Hacienda argumenta que los datos son erráticos y que han influido las devoluciones y el calendario de pagos de impuestos. Con todo, por más que el Estado se haya ajustado, este año no hay ingresos de una amnistía fiscal y hay que compensar las mayores devoluciones, los adelantos del pago fraccionado de Sociedades y todos los gastos que se congelaron en 2012 y se emplazaron al 2013.
Además, los presupuestos estaban confeccionados para una caída del PIB del -0,5 y ahora tienen que enfrentarse a un desplome que puede oscilar entre el -1,3 y casi el -2 por ciento, según las previsiones de las casas de análisis.
El desfase presupuestario del Estado central se coloca en el 2,38 por ciento del PIB cuando el objetivo para el año se sitúa en el 3,7 por ciento. Las Comunidades en su conjunto tendrían que ceñirse al 1,2 por ciento, y la Seguridad Social al 1,4 por ciento. En total, para el conjunto de las Administraciones un 6,3 por ciento del PIB.

La falta de liderazgo en la política actual.

Por lo visto, la sociedad española se debate entre la degradación de los líderes y su necesidad. La izquierda hace tiempo que decidió prescindir del liderazgo de una persona providencial que encarnara el proyecto y la esperanza. La derecha ha ido colocando en la cúspide de sus organizaciones a funcionarios de todo tipo que han intentado galvanizar a su electorado en torno a su figura. Sus propuestas económicas navegan, pero siempre les queda el recurso de apelar a la unidad de España, al honor, a leyes mínimas y caricaturescas mientras a su alrededor el mundo se hunde y los banqueros, en un alarde de usura escandalosa, se limitan a guardar sus muebles y quedarse con los inmuebles.
 
La izquierda ha demostrado que no se siente capacitada para pasar a la acción. Carece de medios de comunicación y altavoces tras el paso del caballo de Troya que fue Zapatero ofreciendo a sus enemigos las armas de la opinión para acabar con la socialdemocracia. Y ahora sus líderes, si es que se les puede llamar así, se limitan a decir «no es eso, no es eso» mientras van asistiendo a una merma creciente de su credibilidad. La carcoma de los liderazgos ha llegado incluso a la Corona, que es por definición el país hecho hombre. La efigie del Rey en las monedas no ha impedido una constante devaluación que se comprueba con el creciente número de banderas republicanas en las manifestaciones.
 
También los indignados, ante la necesidad remota de sustituir el saco de dormir por el escaño rebelde, se ven en la necesidad de encontrar líderes que puedan servir de interlocutores. Pero los movimientos asamblearios siempre han preferido el iluso gregarismo del grupo a la personalidad individual y emancipadora. Si esos intermediarios que intentan corregir el sistema no dan su confianza a un animador y compilador de todas las ideas que hoy hierven en los hornillos de la protesta popular, difícilmente los indignados podrán dar el paso adelante que los convierta en alternativa. 

Las ideas de la indignación.

Estamos viviendo momentos embarrados en los que no hay lugar para la personalización de la idea. ¿Para qué arriesgarse a ser líder de nada? Los poderes ocultos se encargan de cubrir de falsedades a aquellos que pretenden jugar en la primera división de la política. Esos mismos poderes saben que detrás de la indignación hay demasiadas ideas adversas al sistema del silencio y de la resignación. Pero también saben que en el mundo de los indignados se agitan todo tipo de alternativas que, precisamente por haber crecido en las minorías, han llegado a convertirse en rituales religiosos. A esa nueva sociedad que emerge de las plazas solo la cohesiona la desesperanza, y con eso no basta. Okupas, veganos, altermundistas, multicultis, antiautoritarios, pacifistas y tantos firmantes de las causas más nobles han visto que, a pesar de los pesares, había llegado el tiempo de las cerezas. Y, sin embargo, no hay nadie que sostenga el cesto para culminar la cosecha. Dulces como la revuelta. Amargos como los huérfanos voluntarios. Inútiles pensamientos sin nadie que les ponga voz.

AL CONTRATAQUE. El tiempo de las cerezas. JOAN BARRIL.

13.5.13

El optimismo negativo.


La confianza en el universo y en el futuro ha sido la razón principal del optimismo. Una realidad perfecta hace posible una esperanza argumentada. Todo tiene solución, los días navegan a buen puerto, cada amanecer dignifica, cada almanaque corre por las semanas y los meses con una voluntad de beneficio. El optimismo supone así la afirmación positiva del mundo. Una profecía del bien.
Pero la confianza no siempre tiene que ver con la bondad. También resulta posible confiar en que no pase nada. El tiempo se entiende entonces como una rutina que lo borra todo, como una tarea de olvidos. Después de cada desmán, de cada delito, de cada error, se confía en que no pasará nada. Se trata de una especie de optimismo negativo muy afín a la falta de responsabilidades del poder. Todo va bien en la medida en que la realidad es negada o en que el mal se institucionaliza como la única forma de realidad. El optimismo negativo confía en el fatalismo de la sociedad.
La España oficial se ha instalado en el optimismo negativo. Ya no importa tanto resolver los problemas, sino pensar y defender que la incapacidad para resolver los problemas o la forma injusta de encararlos no va a tener consecuencias graves. El sentimiento de impunidad es un aliado imprescindible de esta versión infecciosa del optimismo. El mal conlleva una autoinvitación a la credulidad absoluta.
El pasmoso optimismo del presidente de Gobierno supone una confianza negativa, porque niega la realidad y porque espera que los problemas sin solución no le pasen factura. Rajoy no es tonto, es un optimista negativo. Sabe que el país va mal, que los ciudadanos se están empobreciendo de forma vertiginosa y que las medidas que ha tomado y que va a tomar sólo sirven para empeorar la situación. Es muy consciente de que gobierna para una élite española y europea que necesita despojar de derechos y de riqueza a la mayoría para consolidar su modo egoísta de entender los negocios. Si se atreve a decir que todo va bien, si niega la realidad, es porque piensa que la servidumbre será recompensada. Las facturas del tiempo no son igual para el siervo que para el hombre libre. Comunicárselo a sus parlamentario y a su partido, fue la razón optimista de su discurso de ayer. Lo importante no era decir que las cosas van bien, sino afirmar que no pasará nada en el mal.
El optimismo negativo tiende a mezclar los beneficios de las coyunturas y la irresponsabilidad. ¡A largo plazo no pasará nada! Tenemos a la vistas un ejemplo llamativo. La derecha Española, tan proclive a levantar la bandera de la unidad de España, ha utilizado de manera sistemática el anticatalanismo como una estrategia para ganar votos en Madrid o en Cuenca. Muchos debates serios se han desviado con la tapadera de las ofensas nacionalistas. También el nacionalismo catalán ha utilizado de tapadera las ofensas de España para desviar la atención de sus propias políticas económicas. Pero el distanciamiento entre España y Cataluña no es un problema para el nacionalismo catalán, sino para el español. El PP está jugando con fuego en este asunto por culpa de un optimismo negativo. Todo se lo permite de forma coyuntural porque piensa que no va a pasar nada. La falta de una articulación territorial del Estado, de la que el PP no es el único responsable, ha sido una de las imprudencias más graves del optimismo negativo.
El optimismo negativo del PP no supone un caso aislado. Optimismo negativo es también el de la Casa Real cuando piensa que puede presionar al Gobierno y a la Justicia para que la Infanta Cristina no sea imputada. Optimismo negativo es el de los políticos que se hunden en la corrupción y confían en la suerte de no ser nunca descubiertos. Optimismo negativo es el de los banqueros que juegan al fraude fiscal, las indemnizaciones millonarias y las estafas sociales sin miedo a acabar en la cárcel.
Debe reconocerse que el optimismo negativo tiene justificación en la propia realidad que niega. Es decir, niega los problemas, pero conoce la impunidad de su negación. La ley está de su parte. El optimismo negativo no es otra cosa que la soberbia del poder en una realidad democrática adulterada. Es la conversión en sistema político del usted no sabe con quién esta hablando. Claro que el futuro no está escrito y a veces el destino llega por sorpresa. La deslegitimación sistemática del poder que provocan los optimistas negativos puede dar lugar a un pesimismo esperanzado. Cuando los que ya no creen en nada se cansan tanto de las mentiras que necesitan apostar por una nueva ilusión, la realidad se convierte en una certeza capaz de derribar coronas, tribunas, países y saldos bancarios.

10.5.13

Debo reconocer claramente, mi más que evidente falta de capacidad para comprender ciertas cosas.


Ayer me sorprendido la presentación del libro de Maurici Lucena, ahora entiendo la falta de propuestas en materia económica del portavoz del PSC en el Parlament de Catalunya, supongo que la gran idea, la gran propuesta, la piedra filosofal de la receta socialista de la situación actual la reservaba para sorprendernos en el libro.

Llevaba meses preguntándome porque razón el PSC no decía nada concreto en materia económica, no digo ponerse como estatua de sal, detrás de una pancarta contra los recortes, no digo eso. Me refiero a plantear un nuevo económico, en contraposición al actual, que muchos consideramos colapsado y que solamente sigue funcionando por efecto del dinero barato para los bancos y la especulación en la deuda pública. Bueno, en realidad también se especula con otras cosas, con los alimentos, la energía, la educación, la salud, todo lo que la industria en recesión pierde de ventas, lo gana la economía especuladora, puramente capitalista.

Uno de los graves problemas de la especulación es que no genera puestos de trabajo, más bien los destruye, por esa razón cuando veo la atención que hemos tenido durante muchos años a indicadores como por ejemplo el IBEX, siempre decía lo mismo. "esto no es la economía real" "No puede ser que en el bar estemos comentando si la Bolsa sube o la Bolsa baja" tendríamos que estas ocupados en otras cosas o en otros indicadores y no distraídos en cuestiones sin mayor importancia para nuestro día a día.

Cada vez más cerca del 80% de la ocupación en nuestro país, la generan los trabajadores autónomos, o por cuenta propia que prefiero decir y la pequeñas y medianas empresas. Esta es nuestra verdadera economía, a la que parece que cuesta percibir por nuestros representantes políticos, más acostumbrados a hablar con grandes empresarios en Círculos de Economía, pero que no representan más que a un 20% de la economía real. Y además, son el sector más beneficiado por las ayudas, subvenciones y contratos con la administración pública. Como decía un buen amigo y buen economista "son los que sustituye al INI".

Para los más jóvenes recordaré que el INI era el Instituto Nacional de Industria, donde se concentraban las empresas públicas de los grandes sectores estratégicos y que entre todos matamos y ellas solas se murieron. Bueno, todas no, las verdaderamente rentables fueros a parar a manos de amigos, amigas, compañeros de pupitre y otras yerbas.

Hablar hoy de la industria en nuestro país o loar políticas generadoras de dependencia del exterior a nivel productivo o generadoras de recesión como las actuales, son planteamientos más dignos de los años ochenta del siglo pasado. Loar el trabajo de algunas compañías que ejercen un efecto de monopolio en su sector, no es economía del futuro, o por lo menos, de nuestro futuro.

Leer ciertas aseveraciones en manos de quienes llevan o quieren llevar el timos de nuestro país, preocupa. Preocupan los currículos que se han forjado desde las instituciones públicas, que respondes a una economía que ya existe y hace propuestas que todavía nos llevan más en el camino del desastre.

Lo siento mucho, pero lo que dice este libro, lo podemos encontrar en los libros de economía de los años sesenta y muy probablemente en los apuntes de las clases que el señor Andreu Mas-Collel le dio hace ya muchos años a Maurici Lucena. Todo es material caducado y no me refiero al papel, me refiero a las ideas.

Ya existe otra economía, ya está generando empleo otra manera de hacer las cosas, a pesar de que, como siempre, la administración pública sigue con su habitual retraso de 30 años. El Señor Lucena, solo tendría que dejar un poco de pisar moqueta y salir a la calle y hablar con quienes cada día nos peleamos para mantener nuestras empresas a flote, nuestras facturas al día y lo más importante, poder pagar a nuestros empleados. Y todo esto a pesar del nefasto efecto de que las administraciones públicas tienen sobre la economía real.



http://www.elperiodico.com/es/noticias/economia/pocima-para-politica-industrial-2386719


7.5.13

Plantas que curan, Plantas prohibidas.


Fracaso del neoliberalismo económico.


El dogma neoliberal ha dominado la cultura política, económica y mediática de los países del Atlántico Norte desde la década de los años ochenta del siglo pasado. Tal dogma creía que la crisis actual se debía a un gasto público excesivo que había ahogado con su peso a la economía, privando de fondos y recursos al sector privado imposibilitándolo a que actuara como motor de la economía. Como dijo el “gurú” de los neoliberales, el presidente Reagan, el gobierno (en realidad quería decir el sector público) “no es la solución, sino el problema” (discurso inaugural de su presidencia, enero de 1981). De esta concepción del origen de la crisis se derivaban sus políticas públicas de recortes y austeridad que intentaban reducir el déficit y la deuda pública de los Estados.
Los recortes se acentuaron predominantemente en los gastos públicos sociales, pues se asumía, además, que la supuestamente excesiva Protección Social estaba relajando a la clase trabajadora (redefinida como clase media), perdiendo competitividad. Se consideraba que los derechos laborales y sociales se habían hipertrofiado, extendiéndose demasiado, afectando con ello su productividad. Contribuyendo a esta pérdida de productividad, había habido un abultado crecimiento salarial en la mayoría de los países (y muy en especial en los países periféricos de la Eurozona) que había disparado los precios de los productos, obstaculizando así la capacidad exportadora del país. Se requería, por lo tanto, toda una batería de intervenciones públicas, que incluían desde la reducción de aquellos derechos laborales y sociales a la puesta en marcha de reformas laborales que tenían como objetivo disminuir los salarios.
Ni que decir tiene que el desarrollo de tales intervenciones públicas requería toda una estrategia ideológica-mediática que tenía como objetivo hacer creer a la población que tales políticas (sumamente impopulares cada una de ellas) eran las únicas posibles, señalando que no había alternativas. Parte de esta estrategia era subvencionar, directa o indirectamente, a investigadores académicos que mostraran evidencia científica que avalara la sabiduría, necesidad, inevitabilidad y bondad de tales políticas. Entre tales trabajos, destacaban los trabajos de Alberto Alesina y Silvia Ardagna sobre la necesidad de la austeridad como medida estimuladora de crecimiento (creando confianza en los mercados financieros) y los de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, que alertaron que el crecimiento de la deuda pública por encima del 90% del PIB llevaba a la recesión, explicando la crisis financiera actual en la Unión Europea por un exceso de esta deuda pública. Estos economistas neoliberales (próximos todos ellos al capital financiero, es decir a la banca y otras asociaciones financieras) eran profesores de conocidas universidades, y gozaban todos ellos de grandes cajas de resonancia que les facilitaba su protagonismo mediático. Sus trabajos se convirtieron en la sabiduría económica convencional.
Aquí en España, donde la falta de diversidad en los medios es notable (y conocida a nivel internacional) el dominio de tal dogma fue absoluto en los medios. Así, en Catalunya, la televisión pública catalana daba, y continúa dando, una hora semanal titulada “Lecciones de Economía”, donde el ideólogo más extremista de tal dogma imparte doctrina neoliberal en la forma más pura, ideólogo que aparece cada día en la televisión digital de La Vanguardia. Ni que decir tiene que tales fórums están prácticamente cerrados a voces críticas (excepto en intervenciones excepcionales y sumamente infrecuentes). Y en el resto de España sólo es necesario comprobar la frecuencia con que aparecen en los medios de información economistas patrocinados y/o financiados por FEDEA (el centro ideológico del gran capital) y ver las veces que economistas próximos a los sindicatos son entrevistados en estos medios. El desequilibrio es aún mayor.
El fracaso de tales políticas
Ni que decir tiene que su enorme visibilidad mediática en los medios de mayor difusión derivaba, no de la fortaleza de sus argumentos (que son muy débiles), sino de su función propagandística. En realidad, la evidencia científica, fácilmente accesible, mostraba el error y la falsedad de los argumentos que sostenían el edificio sobre el cual se había constituido el dogma, incluyendo entre otros hechos, que:
1. El presidente Reagan no bajó, sino que subió el gasto público (haciéndolo en el sector militar, en lugar del social) durante su mandato. Es más, tal como ha señalado Krugman, fue el presidente de EEUU que ha subido más los impuestos en tiempos de paz (bajó los de las rentas superiores, pero aumentó los de la mayoría de la población). (Ver Krugman ”Reagan was a Keynesian” New York Times 08.06.12).
2. Entre los países que sufrieron la crisis de una manera más acentuada estaban Irlanda y España, que se presentaban como discípulos aventajados de la escuela neoliberal. Cuando la crisis comenzó, ambos países tenían superávit en sus cuentas públicas y su deuda pública era menor que la del promedio de los países de la Eurozona. Es absurdo que se acuse a estos países de haber caído en la crisis por haber gastado demasiado cuando eran los países con el gasto público social por habitante más bajo de la Eurozona, y sus Estados estaban en superávit.
3. Los estudios que justificaban tales políticas han sido criticados extensamente por sus errores y falsedades, con críticas devastadoras que han mostrado el carácter predominantemente ideológico y propagandístico de tales estudios. El Center for Economic and Policy Research de Washington, el Economic Policy Institute y el Center of Political Economy de la Universidad de Massachussets (uno de los más progresistas de EEUU) criticaron tales estudios desde el principio, crítica que es ahora ampliamente aceptada (ver mis artículos El fraude en el pensamiento económico dominanteEl Plural, 22.04.13, y Más sobre el fraude en el pensamiento neoliberal, Sistema, 26.04.13)
4. La aplicación de tales políticas ha conllevado una crisis tremenda, deteriorándose más y más la situación económica de tales países, alcanzando unos niveles de desempleo nunca antes vistos.
5. El bienestar y calidad de vida de las clases populares se ha deteriorado de una manera muy alarmante. En realidad, la crisis se ha centrado en las clases populares, que son las que están sufriendo más los efectos negativos de tales políticas.
6. Estas políticas están creando una enorme crisis de la democracia pues ninguna de ellas se está llevando a cabo consecuencia de un mandato popular, pues no estaban anunciadas en los programas electorales de los partidos gobernantes que las están implementando. En realidad estas políticas son enormemente impopulares.
7. Los únicos sectores sociales que apoyan tales políticas son las rentas superiores y los establishments financieros y empresariales (de grandes empresas exportadoras) que son las únicas que se benefician de tales políticas. Las clases populares (que son la mayoría de la población) se oponen.
8. El hecho de que tales políticas continúen existiendo y aplicándose se debe al enorme poder de los establishments financieros, empresariales, mediáticos y políticos que son los beneficiarios de esta crisis actual. Así de claro.

Pensamiento críticoVicenç Navarro.


2.5.13

Nuestras compras, el motor del cambio social. La verdadera revolución.


Es evidente que en estos momentos las más de 6 millones de personas que no tienen trabajo pueden decirme que lo primero es encontrar trabajo, evidentemente, hoy por hoy, el drama terrible del paro, es el gran problema. No obstante, en manos de una clase político totalmente superada por la situación, podemos hacer algunas cosa.

Una de las más sencilla ya que solo requiere de nuestra atención es analizar nuestras compras, valorando el lugar de producción de los bienes adquiridos. Una economía basada en la globalización ha deslocalizado mucha producción a países remotos, que en muchos casos no respetan las normas básicas de seguridad, respeto al medio ambiente o incluso derechos humanos.

Consumamos productos que se produzcan cerca de nuestro domicilio, o como mucho en el Estado Español. No tiene sentido que importemos miles de toneladas de fruta y luego la producción local sea exportada a otros países, o lo que es peor, destruida al considerarse excedente. 

¿Sabéis cuantas toneladas de patatas, cebollas o ajos importamos anualmente despreciando la producción propia?

No es más barato traer productos de otros países o continentes, lo que ocurre es que una parte del conste se externaliza y lo pagamos entre todos, incluso una gran parte de este se lo transmitimos a nuestros hijos y a nuestros nietos.

Consumamos responsablemente en todos los bienes de consumo, pero cuando hablamos de productos frescos todavía más. Proximidad, kilometro cero y consumir frutas y hortalizas de temporada, no lo agradecerá solo el medio ambiente y la economía, también lo agradecerá nuestra salud, al consumir los productos adecuados para cada época del año.

Un ejemplo del sinsentido de la economía actual. Según el New Economics Fundation, en 2004 el Reino Unido importó de Alemania 1,5 millones de kilos de patatas, al mismo tiempo exportaba a Alemania la misma cantidad 1,5 millones de kilos. Importó de Francia 10,2 millones de kilos de leche y nata y exportó a Francia 9,9 millones de kilos de leche y nata. En ese mismo periodo, el Reino Unido importó 17,2 millones de kilos de galletas cubiertas de chocolate y exportó 17,6 millones de kilos del mismo tipo de galletas.

Importó cerveza por un valor de 310 millones de libras y exportó cerveza por un valor de 313 millones de libras. El Reino Unido también importó 44.000 toneladas de porciones de pollo deshuesado y congelado, al mismo tiempo que exportaba 51.000 toneladas de porciones de pollo deshuesado y congelado.

Hace años en el trágico accidente del túnel del Mont Blac, coincidieron camiones que transportaban agua embotellada de Italia para Francia y camiones que transportaban agua embotellada de Francia para Italia.

Estos datos que pueden ser buenos para el comercio, no son buenos para las personas ni por descontado para el planeta. Debemos recuperar el sentido común en nuestra economía.