21.5.10

Una historia de asnos y de listos.











Hoy un amigo me ha transmitido un correo electrónico con una explicación similar a la que el otro día planteábamos y he pensado que podría ser interesante compartir esta reflexión públicamente. Evidentemente esta es una sencilla explicación, que pretende poner un sencillo ejemplo de lo que ha pasado con esta crisis económica. Lo explicaré como si fuese un cuento.

Un día llego una persona al pueblo, esta persona muy bien vestida, amable, cordial, lo que se dice una persona confiable, les planteo un negocio a todos los habitantes del pueblo.

Les dijo: Ofrezco 100 Euros por cada asno que me podáis vender, sea joven viejo, trabajador u obstinado. Os pagare 100 Euros en dinero contante y sonante.

Algunos vecinos decidieron vender sus asnos a este forastero, dando por buena su oferta y creyendo que en el fondo, este forastero tan bien vestido y tan simpático, era un poco tonto.

La semana siguiente, el forastero volvió al pueblo y les planteo otra oferta por todos los asnos que quisiesen vender, pero esta vez a 200 Euros. La vecinas y vecinos del pueblo, corrieron a buscar sus asnos, esta vez los que no habían vendido, se sintieron los más listos del pueblo y siguieron pensando, que este forastero, verdaderamente era tonto, porque si los asnos no valían 100 Euros, mucho menos 200.

Pero al fin y al cabo, esto no les preocupaba a las vecinas y vecinos del pueblo, dado que aunque posiblemente, en algún sitio, alguien pagaría las consecuencias de esta actuación irresponsable de este tipo tan bien vestido, tan simpático y tan confiable, pero evidentemente, tan rematadamente tonto, a esas personas, ellos no las conocían. Es evidente que a este precio compró prácticamente todos los asnos del pueblo.

A la semana siguiente, este hombre volvió al pueblo y ante el estupor de todas las vecinas y vecinos pregonó. Compro cualquier asno a 300 Euros. La locura se apodero del pueblo, los pocos asnos que quedaban cambiaron de propietario rápidamente y las vecinas y vecinos del pueblo se felicitaban entre ellos por la suerte que tenían y la fortuna que estaban generando con toda esta operación de los asnos y la locura del forastero elegante.

Al comprar el último asno, el forastero les planteo a las vecinas y vecinos del pueblo, algo que les llenó de estupor.

Les dijo: Regresare en tres semanas y pagaré 500 Euros por tantos asnos como tengáis para venderme.

Al día siguiente apareció un comerciante con un gran rebaño de asnos, era evidente que esta persona no sabía que el hombre elegante buscaba asnos y los pagaba muy bien. Este comerciante aunque caros, tenía muchos asnos, posiblemente tantos como las vecinas y vecinos del pueblo tenían antes de que el hombre elegante y bastante tonto decidiera hacerlos ricos.

A 400 Euros, le compraron todos los asnos, los que tenían ahorros los utilizaros sin dudar y los que tenían que endeudarse, lo hicieron, con la evidente seguridad de que el hombre elegante, aparecería pronto para pagar, como en las otras ocasiones, un precio excesivo por unos asnos que en la realidad, no valían más de 40 Euros cada unos de ellos.

Pasaros los días y las semanas y el hombre elegante, no apareció, nunca más regresó al pueblo y las vecinas y vecinos esperaron con sus asnos, empezaron a tener problemas para pagar sus deudas, algunos pidieron más créditos para soportar los intereses del prestamo pedido para pagar un asno a 400 Euros, cuando todos eran consientes de que ese asno no valía más de 40.

¿Queréis que continúe?

Imagino que a estas alturas, tenéis claro que el señor elegante, el comerciante de asnos y los prestamistas, forman parte del mismo negocio.