24.8.12

La estrategia del fracaso




El pensador liberal francés Alexis de Tocqueville constató que la radicalización política no es tanto consecuencia de la ausencia de reformas como de la frustración que resulta de la imposibilidad de satisfacer las ilusiones despertadas por promesas imposibles de cumplir. En Catalunya, este proceso se está dando a marchas forzadas, peligrosamente. No hace falta ser un lince para darse cuenta de que la exigencia del concierto económico que aprobó el Parlament es inviable, y que solo va a provocar un incremento de la radicalización. Cada vez hay menos dudas de que este, y no otro, es el objetivo de una iniciativa que el Govern de Artur Mas ha convertido en su santo y seña. Todo ello le sirve, además, para excusar sus políticas de recortes en educación y sanidad, mientras sí hay dinero para mantener los conciertos de los centros elitistas y de los que segregan por sexo.

Lo sorprendente es el lío táctico que se ha hecho CiU estos días, pues, a priori, se suponía que la propuesta de pacto fiscal era para hallar acomodo en España, no para irse. Pues bien, está claro que no. Llevamos dos semanas de calentón soberanista a cuenta de los preparativos de la Diada, con declaraciones de consellers que animan a la gente a manifestarse a favor de la secesión, dando ya por muerta la negociación con Rajoy. No parece que este ambiente sea el más favorable para que Mas vaya a Madrid a proponer nada. Eso es lo que pasa cuando se opta tan deliberadamente por el fracaso: la radicalización se vuelve incontrolable.

Frente a lo imposible, es falso que no hubiera otra alternativa. Catalunya debía haber abanderado, desde la unidad, la fórmula federal alemana en materia de financiación. Pese a tanto pesimismo, no estamos tan lejos. Si nos fijamos, tanto Madrid como Valencia o Baleares, destacados feudos del PP, y con problemas de financiación parecidos o aún más graves que Catalunya, apuntan en esa dirección. Mas tenía la oportunidad de haber sumado tanto al PSC como al PPC, pero optó por la estrategia del fracaso para, más pronto que tarde, convocar elecciones.

Lo grave es que, como la frustración se adivina de antemano, se está generando un clima social de angustia, y se abre paso una especie de independentismo seudorreligioso, según el cual todos los problemas se arreglarán con la secesión, convertida en una pócima mágica para salir de la crisis y acabar con todos nuestros males, sin reparar en nada más. Se agita un ambiente irrespirable, profético, que convierte la independencia no solo en una opción legítima sino en una certeza, en un karma que está al llegar, inevitablemente, muy pronto, y que sucederá porque no puede no acontecer.

Mas, la estrategia del fracaso se le puede ir de las manos y acabar ahogada en un grito de exasperación.

JOAQUIM COLL. El Periódico, 24 de Agosto de 2012