24.3.12

Mario Vargas Llosa y el nacionalismo.


Hoy preparando un ejercicio para la sesión del próximo martes, releía diversos discursos del pasado que me parecen importantes. El discurso de Charles de Gaulle "Llamamiento del 18 de Junio de 1940”, o el de J.F. Kennedy en Berlín el 11 de junio de 1963 y tambien claro está el discurso de Marthin Luther King durante la histórica Marcha sobre Washington D.C. de 1963.

Pero entre todos ellos me ha cautivado uno muy especial, el discurso de Mario Vargas Llosa al recoger el Premio Nobel el 7 de Diciembre de 2010 y en el que se refería de una manera muy clara al nacionalismo.

Comparto con vosotros dos breves fragmentos:

Detesto toda forma de nacionalismo, ideología –o, más bien, religión– provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría actual del Medio Oriente.

No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del “otro”, siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver.

Mario Vargas Llosa, 7 de Diciembre de 2010.  © FUNDACIÓN NOBEL 2010