7.6.13

Y así pasamos los días y cada vez somos menos, para todo.



Esta semana los compañeros de clase de mi hijo están tristes porque un compañero se marcha. Ya no lo volverán a ver ya que sus padres han decidido volver al país del que vinieron hace más diez años y aunque el niño ha nacido y crecido aquí, la próxima semana se instalará en el pueblo del que salieron sus padres hace años, con los abuelos, primos y conocidos, ya que ante la crisis, uno busca el refugio de los suyos.

Hablaba el lunes con Pablo que está entre ilusionado y asustado porque su hija de 20 años ha encontrado trabajo en Munchen, un laboratorio farmacéutico la ha fichado para desarrollar un nuevo proyecto. Para mi amigo, separarse de su hija y ponerle tantos kilómetros de por medio, no es un buena noticia, el siempre pensó que al ser tan buena estudiante, no tendría problemas para encontrara trabajo cerca de casa y fundar una familia y hacerlo abuelo y verse todos los domingos delante de unos buenos canalones.


José Manuel me contaba que se ha borrado del paro, que no piensa volver a la oficina de empleo. Desde que dejó de cobrar la paga no le llaman nunca para ningún trabajo. Con más de cincuenta años no lo quiere nadie y mira que es un buen profesional, desde los 16 años en la misma fábrica. Pero total, si ya no fabricamos nada, todo lo traemos de China que es más barato. Puede que parezca más barato, pero nos cuesta más, muchísimo más, nos cuesta la sangre de nuestras trabajadoras y trabajadores. Se ha borrado, con la pensión de la madre intentan ir tirando y el huerto, un huertecito ilegal pero que le da para completar la compra y para regalar algunas cosas a otros vecinos que no lo están pasando nada bien. Su sueño es encontrar un pueblo pequeño, apartado, donde tener cuatro gallinas y un poco de campo, porque el no cree que nadie lo vuelva a contratar y esperar así que le llegue la hora.


Los padres del compañero de clase de mi hijo, la hila de Pablo y el mismísimo José han dejado de estar en las listas del paro, entre los 98.000 que ya no están, no todos trabajan, no todo son buenas noticias. Pero claro, ha nadie le interesa, a los que mandan porque manda, a los que no mandan porque no hacen nada, a los que les gustaría mandar, porque tampoco saben que decir y así pasamos los días y cada vez somos menos, para todo.