17.2.13

Nos quieren encerrar en un cascarón de intolerancia y pobreza.




En tantos años tratando con niños y niñas con importantes discapacidades causadas por graves enfermedades, en muchos casos desconocidas, no diagnosticadas y por tanto sin tratamientos específicos.

En estos veinte años conociendo padres y madres de niños con necesidades especiales, intentando transmitir que no están solos, que otros muchos pasamos y vivimos esta situación sobrevenida, no esperada por nadie, que te lleva a descubrir de manera clara las diferentes capacidades de las personas y su importancia. Como vivimos el día a día de niñas y niños, jóvenes y adolescentes y también personas mayores que necesitan el soporte constante de otras personas, cuidados paliativos o atenciones muy personalizadas.

Siempre les he dicho, que desde la política hemos luchado para conseguir la mejora de los tratamientos y la atención. He explicado como los gobiernos progresistas de nuestro país, han generado leyes tan importantes como la ley de la dependencia, o como en estos años se han podido construir viviendas adaptadas, escuelas especiales, centros de día específicos, dotarnos de transportes adaptados y mil cosas que han contribuido a mejorar la vida de una parte de nuestra sociedad. El día a día de unas ciudadanas y ciudadanos que sufren y se esfuerzan más de lo que la mayoría de nosotros podemos imaginar.

Toda una serie de recursos que han permitido dar un cierto soporte a cada unos de estos casos, algunos terribles y todos dignos de la más profunda admiración, en una sociedad como la nuestra en que durante muchos años no hemos tenido la sensibilidad necesaria.

Ahora que gobierna la derecha, una derecha marcada por gran integrismo religioso, estamos observando cómo desmantelan un sistema que permitía superar situaciones diarias muy complicadas y que permitían en algunos casos, desarrollar una vida plena a las muchas de personas que con sus capacidades especiales, no habían recibido un trato justo.

Esta derecha religiosa, que se llena la boca de amor al prójimo y también a la patria, esta despreciando a nuestras ciudadanas y ciudadanos más especiales, más enriquecedores, más débiles en algunos aspectos de la vida, pero que son auténticos luchadores, tanto ellos como sus familias.

Se está produciendo un autentico desmantelamiento de los limitados avances conseguidos en estos más de treinta años, se está abandonando a una parte de la sociedad que necesita una atención especial y se abandona en muchos casos a la precariedad, la pobreza o la muerte.

Los recortes en este ámbito tan importante generan exclusión, pobreza y muerta, tan sencillo como esto. Ninguna ciudadana o ciudadanos están vacunados contra la posibilidad de ser dependientes o tener una persona dependiente a su cargo.

No dejemos que nos inoculen el virus del egoísmo, de la avaricia, de la falta de sensibilidad y demostremos nuestro amor por todos los seres humanos, por toda nuestra patria, pero excluyamos a los más débiles como hacen estos falsos hombres y mujeres de Dios, déspotas indocumentados, que distribuyen pobreza, dolor y muerte, mientras los medios de comunicación nos entretienen con un circo de vanidades, corruptelas de palacio y nacionalismos de fin de semana, esperpento de la maduración como especie. Buscando en el imaginario colectivo el sentimiento de que “los de mi pueblo son mejores que los del pueblo de al lado” En un mundo con problemas globales y soluciones globales, nos quieren encerrar en un cascaron, más pequeño, más débil y menos protegido de los temporales de la especulación, la intolerancia y la incultura.