"El riesgo es que las reformas laborales creen poblaciones de pobres
que trabajan”
Guy Ryder (Liverpool, Reino Unido, 1956) toma hoy
posesión como décimo director general de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), que aglutina a Gobiernos, sindicatos y organizaciones
patronales. Su elección —antes fue secretario general de la Confederación
Sindical Internacional— es significativa cuando el paro golpea en muchos
países.
Pregunta. ¿Hasta
cuándo durará la crisis de empleo?
Respuesta. El
punto de partida es deprimente, más de 200 millones de parados en el mundo. Y
el futuro es pesimista. ¿Cuánto tiempo? Depende de las políticas nacionales y
regionales en Europa, y también de la eficacia de la cooperación en marcos como
el G-20.
P. ¿Y está Europa aplicando las medidas
correctas?
R. La política europea últimamente ha
sido una combinación de recortes y reformas en el mercado de trabajo, también
en España. La experiencia demuestra que políticas de flexibilización cuando
falta crecimiento no son solución. Hay que moverse en otra dirección. Nadie
duda de que haya que consolidar las finanzas públicas, pero el cómo y el ritmo
tendrá que tener en cuenta los efectos laborales y sociales, y la realidad de
que no se rebaja el déficit sin crecimiento.
P. Pero la crisis de empleo no llega
solo por los problemas financieros, también por la competencia de países
emergentes.
R. No creo que la salida de la crisis
pase por la bajada de los salarios a niveles de pobreza. En Europa, una de cada
dos familias que vive en la pobreza tiene al menos una persona que trabaja. Hay
un gran peligro de que las reformas laborales creen una población de pobres que
trabajan y ese no puede ser el objetivo. Si uno trabaja, tiene que poder vivir
de forma decente. La idea de que en Europa es necesario rebajar salarios y
condiciones de trabajo, incluso disminuir derechos fundamentales laborales, es
un error. El futuro de Europa en una economía globalizada no consiste en
rebajar la calidad del empleo al nivel de otros países. Hay otro camino:
invertir en educación, calidad de mano de obra y transformaciones en el sistema
productivo.
P. Incluso en países europeos que
compiten con éxito hay empleo precario. Alemania tiene más de siete millones de
personas trabajando por 400 euros al mes.
R. Alemania tiene un alto nivel de vida
y salarios más que aceptables en la mayoría de los casos. Es el ejemplo de que
una economía organizada así puede concurrir con éxito en los mercados
internacionales. Dicho esto, Alemania tiene margen de maniobra para subir los
salarios y hacer políticas más expansivas.
P. La semana pasada hubo protestas en
España y en Grecia. ¿Puede ir a más la tensión social?
R Sí. Y es normal. En Grecia, una de
cada tres personas vive en la pobreza. En España, y es extraordinario, las
protestas han sido de carácter pacífico.
P. ¿Qué se puede hacer?
R. Dar prioridad absoluta a la creación
de empleo, sobre todo en los grupos más afectados, los jóvenes. La experiencia
demuestra que se pueden ofrecer medidas para activar en el mercado laboral a
jóvenes que no están ni en formación ni ocupación. Hay que financiarlo, pero el
coste es factible. Y da frutos pronto.
P. ¿Y qué puede hacer la OIT?
R. Desde 2009, tenemos asiento en el
G-20. Voy a intentar, en este marco, poner el empleo en el centro de las
políticas internacionales. Otro campo de acción es el nivel nacional. En
Grecia, tras las medidas recomendadas por la troika, los sindicatos presentaron
una queja que dio lugar a un proceso en el que participé. Si la OIT hubiera
estado antes en el proceso con la troika las cosas habrían salido mejor.
P. España ha aplicado tres reformas
laborales en esta crisis, la última muy profunda, y se sigue destruyendo
empleo.
R. España ha tenido que responder a dos
crisis: la financiera y la del modelo productivo. Ha intentado contestar con
recortes y reformas. Nadie niega la necesidad de la consolidación fiscal.
También es importante que haya reformas laborales, pero que pasen por el
diálogo social, como con las pensiones...
P. Se intentó tres veces y nada.
R. Lo
sé. Lo que tenemos en España hoy es una recesión, los niveles de vida están
bajo presión. Incluso la CEOE reconoce que la falta de demanda es preocupante.
Hay que cambiar las realidades y buscar la forma de reactivar procesos de
crecimiento e inversión, y no creo que eso pase por la simple continuación de
las mismas políticas.
Publicado
en El País, 1 de Octubre de 2012.
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