Estamos viviendo una guerra mundial económica, con su campo
de batalla que inicialmente es Europa y más concretamente Grecia y España. Se
trata de los grandes grupos económicos mundiales, contra las administraciones
publicas. El poder económico contra el poder democrático.
¿En qué lado estamos?
Como casi siempre en las guerras, uno no puede escoger el
bando que le toca, en este caso está claro, mi bando es el de lo público, el de
la justicia, la solidaridad y la igualdad, donde estamos las trabajadoras y
trabajadores de nuestro país, los que tenemos más que perder en esta guerra por
el control económico de la democracia.
En estos 35 años de democracia en nuestro país, entre todos
hemos construido un sistema público con sus defectos y sus virtudes, pero de
una gran calidad muy especialmente la educación y sanidad. Un sistema que
valora a las personas como ciudadanos por igual, con sus obligaciones y sus
derechos. Un sistema que evita la valoración capitalista, para el mercado vales
lo que tienes.
Para nuestra sociedad todos debemos tener las mismas
oportunidades, gozando de una educación pública de calidad y una sanidad pública
que garantice una atención universal de calidad.
La culpa de esta crisis no es de los ciudadanos, no hemos
vivido por encima de nuestras posibilidades, simplemente hemos vivido. Hemos
trabajado, estudiado y evidentemente gastado y con nuestro esfuerzo hemos
movido esta sociedad.
Los que han vivido por encima de sus posibilidades son las
clases dirigentes y una parte importante de la clase política, que no han sido
capaces de administrar de manera eficiente, previendo la evolución de una
economía que no puede soportar el crecimiento infinito.
La desregulación de los grandes sectores económicos ha
permitido este endeudamiento desproporcionado, la falta de previsión de muchas
administraciones, ante un posible descenso de la actividad económica y la falta
de eficiencia en muchos sectores, son la escusa perfecta para los que apuestan
a la baja con nuestro futuro y quieren hacer caer el estado del bienestar.
Políticos deshumanizados como Merkel, por error u omisión
defienden los intereses de los especuladores, de los que quieren vencer a lo público
y quedar como el gran poder que domina una sociedad empobrecida y mercad de
esta gran deriva neoliberal, que quiere reducir la democracia hasta su última
expresión.
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