30.9.12

La locura de la austeridad europea.




Las protestas en Grecia y España demuestran que no puede haber acuerdo.

Adiós a la complacencia. Hace tan solo unos días, la creencia popular era que Europa finalmente tenía la situación bajo control. El Banco Central Europeo (BCE), al comprometerse a comprar los bonos de los Gobiernos con problemas en caso necesario, había calmado los mercados. Todo lo que los países deudores tenían que hacer, se decía, era aceptar una austeridad mayor y más intensa —la condición para los préstamos de los bancos centrales y todo iría bien.

Pero los abastecedores de creencias populares olvidaron que había personas afectadas. De repente, España y Grecia se ven sacudidas por huelgas y enormes manifestaciones. Los ciudadanos de estos países están diciendo, en realidad, que han llegado a su límite: cuando el paro es similar al de la Gran Depresión y los otrora trabajadores de clase media se ven obligados a rebuscar en la basura para encontrar comida, la austeridad ya ha ido demasiado lejos. Y esto significa que puede no haber acuerdo después de todo.

Muchos comentarios indican que los ciudadanos de España y Grecia simplemente están posponiendo lo inevitable, protestando en contra de unos sacrificios que, de hecho, deben hacer. Pero la verdad es que los manifestantes tienen razón. Imponer más austeridad no va a servir de nada; aquí, quienes están actuando de forma verdaderamente irracional son los políticos y funcionarios supuestamente serios que exigen todavía más sufrimiento.

Pensemos en los males de España. ¿Cuál es el verdadero problema económico? Esencialmente, España sufre las consecuencias de una enorme burbuja inmobiliaria que provocó un periodo de auge económico e inflación que hizo que la industria española se volviese poco competitiva respecto a la del resto de Europa. Cuando la burbuja estalló, España se encontró con el complejo problema de recuperar esa competitividad, un proceso doloroso que durará años. A menos que España abandone el euro —una medida que nadie quiere tomar—, está condenada a años de paro elevado.

Pero este sufrimiento, posiblemente inevitable, se está viendo tremendamente magnificado por los drásticos recortes del gasto, y estos recortes del gasto solo sirven para infligir dolor porque sí.

En primer lugar, España no se metió en problemas porque sus Gobiernos fuesen derrochadores. Al contrario: justo antes de la crisis, España tenía de hecho superávit presupuestario y una deuda baja. Los grandes déficits aparecieron cuando la economía se vino abajo y arrastró consigo los ingresos, pero, aun así, España no parece tener una deuda tan elevada.

Es cierto que España tiene ahora problemas para financiar sus déficits. Sin embargo, esos problemas se deben principalmente a los temores existentes ante las dificultades más generales por las que pasa el país (entre las que destaca la agitación política debida al altísimo paro). Y el hecho de reducir unos cuantos puntos el déficit presupuestario no hará desaparecer esos temores. De hecho, una investigación realizada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) da a entender que los recortes del gasto en economías profundamente deprimidas reducen la confianza de los inversores porque aceleran el ritmo del deterioro económico.

En otras palabras, los aspectos puramente económicos de la situación indican que España no necesita más austeridad. No está para fiestas, y, de hecho, probablemente no tenga más alternativa (aparte de la salida del euro) que soportar un periodo prolongado de tiempos difíciles. Pero los recortes radicales en servicios públicos esenciales, en ayuda a los necesitados, etcétera, son en realidad perjudiciales para las perspectivas de un ajuste eficaz del país.

¿Por qué, entonces, se exige todavía más sufrimiento?

Una parte de la explicación se encuentra en el hecho de que en Europa, al igual que en Estados Unidos, hay demasiadas personas muy serias que han sido captadas por la secta de la austeridad, por la creencia de que los déficits presupuestarios, no el paro a gran escala, son el peligro claro y presente, y que la reducción del déficit resolverá de algún modo un problema provocado por los excesos del sector privado.

Aparte de eso, en el corazón de Europa —sobre todo en Alemania— una proporción considerable de la opinión pública está profundamente imbuida de una visión falsa de la situación. Hablen con las autoridades alemanas y les describirán la crisis del euro como un cuento con moraleja, la historia de unos países que vivieron por todo lo alto y ahora se enfrentan al inevitable ajuste de cuentas. Da igual que eso no sea en absoluto lo que sucedió (o el asimismo incómodo hecho de que los bancos alemanes desempeñasen una función muy importante a la hora de inflar la burbuja inmobiliaria de España). Su historia se limita al pecado y sus consecuencias, y se atienen a ella.

Y, lo que es aún peor, esto es también lo que creen los votantes alemanes, en gran parte porque es lo que los políticos les han contado. Y el miedo a la reacción negativa de unos votantes que creen, erróneamente, que les toca cargar con las consecuencias de la irresponsabilidad de los europeos del sur hace que los políticos alemanes no estén dispuestos a aprobar un préstamo de emergencia esencial para España y otros países con problemas a menos que antes se castigue a los prestatarios.

Naturalmente, no es así como se describen estas exigencias. Pero en realidad todo se reduce a eso. Y hace mucho que llegó la hora de poner fin a este cruel sinsentido. Si Alemania realmente quiere salvar el euro, debería permitir que el Banco Central Europeo haga lo que sea necesario para rescatar a los países deudores. Y debería hacerlo sin exigir más sufrimiento inútil.

Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.

Las "siete virtudes" del Bushido



En una época donde vivimos una crisis de valores, hace tiempo me interesé por el Bushido, como una reflexión de la necesidad de asumir un código ético en la vida, que permita al ser humano sentirse bien en todas las responsabilidades de la vida.
Aplicar estos valores, o virtudes como denomina el Bushido en todos los ámbitos públicos y privados, es para mí el verdadero referente de las relaciones humanas.
Leedlo y decidme si cumplís las siete virtudes del Bushido
En la tradición japonesa, el bushido (武士道) es un término traducido como "el camino del guerrero".
Es un código ético estricto y particular al que muchos samuráis (ver samurái) (o bushi) entregaban sus vidas, que exigía lealtad y honor hasta la muerte. Si un samurái fallaba en mantener su honor, podía recobrarlo practicando el seppuku (suicidio ritual). Se dice que desde pequeño, el bushidō era inculcado a los japoneses de la clase dirigente incluso antes de despegarse del pecho de la madre.
La palabra samurai procede del verbo japonés saburau que significa "servir como ayudante". La palabra bushi es una palabra japonesa que significa "caballero armado". La palabra samurái fue utilizada por otras clases sociales, mientras que los guerreros se llamaban a sí mismos mediante un término más digno, bushi.
Ha llegado a ser conocido como el código Samurai, pero es más que eso. El nombre dado no es "el código" o "la ley" del guerrero, sino mejor, "el Camino". No es simplemente una lista de reglas a las cuales un guerrero se debe apegar a cambio de su título, sino un conjunto de principios que preparan a un hombre o a una mujer para pelear sin perder su humanidad, y para dirigir y comandar sin perder el contacto con los valores básicos. Es una descripción de una forma de vida, y una prescripción para hacer un guerrero-hombre noble.
En su forma original, se reconocen en el Bushido siete virtudes asociadas:
Gi - justicia(decisiones correctas) Sé honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia. Para un auténtico samurái no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.
Yuu – Coraje Álzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir. Un samurái debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.
Jin – Benevolencia Mediante el entrenamiento intenso el samurái se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.
Rei – Respeto Los samurái no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurái es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales. Un samurái recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurái se vuelve evidente en tiempos de apuros.
Makoto - Honestidad, Sinceridad absoluta Cuando un samurái dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de "dar su palabra", no ha de "prometer", el simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acción.
名誉「名譽」Meiyo – Honor El auténtico samurái sólo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que toma y cómo las lleva a cabo son un reflejo de quién es en realidad. No puede ocultarse de sí.
Chuu – Lealtad Haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo" le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan. Un samurái es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel. Para el guerrero, las palabras de un hombre son como sus huellas: puedes seguirlas donde quiera que él vaya.

26.9.12

Las cuentas de la lechera.


Los medios de comunicación catalanes se empeñan en repetir que la independencia es la solución de todos nuestros males, al menos de los económicos. Pero no es cierto, los costes serían mayores que los beneficios


De un tiempo a esta parte, las consideraciones de carácter económico han venido a ocupar un lugar central en el argumentario del independentismo catalán. Se trata así de llegar a través de la cartera a un segmento importante de la población que sería muy difícil de ganar para la causa a través del corazón. Hasta el momento la estrategia ha funcionado estupendamente ante la incomparecencia del adversario que, una de dos, o ha dado por buena la tesis nacionalista del maltrato económico a Cataluña (como las delegaciones o socios locales de los grandes partidos nacionales), o no se ha molestado en responder a la misma con datos y argumentos (como los sucesivos gobiernos centrales del país).
Últimamente la cosa está llegando a extremos preocupantes. Los medios de comunicación catalanes repiten machaconamente una opinión que se presenta como una verdad casi obvia: que la independencia sería la solución de todos nuestros males —o al menos de los de carácter económico—. Libre por fin de una España que la exprime, una Cataluña “rica y plena” ocuparía su merecido lugar entre las economías más prósperas y saneadas del mundo y podría permitirse al mismo tiempo un estado del bienestar de verdad y menores impuestos. Desaparecerían por arte de magia la crisis y los tan denostados recortes.
Tan optimistas afirmaciones no resisten un análisis crítico. Cuando uno lo examina en detalle, el argumento económico a favor de la independencia tiene la misma consistencia que las cuentas de la lechera.

La secesión comportaría un cierto ahorro fiscal, pero muy inferior al que anuncian sus entusiastas
El punto de partida son los 16.409 millones de euros que supuestamente España roba a Cataluña cada año. La cifra corresponde a la estimación preferida del saldo fiscal de la comunidad en el año 2009 que recientemente ha publicado la Generalitat. Dividiendo esta cifra por la población catalana del mismo año salen 2.195 euros por persona. ¿Os imagináis, pregunta la lechera, la cantidad de cosas que podríamos hacer con ese dinero? ¿Por qué no nos independizamos y nos quedamos con él en vez de compartirlo?
El problema es que el cántaro se rompe en cuanto las cuentas se hacen con un poco de cuidado. Primero porque se calculan mal los beneficios fiscales de la independencia. Y segundo porque una condición necesaria para que tales beneficios lleguen a materializarse es que la secesión no tenga ningún efecto sobre el PIB catalán, lo que parece poco probable. Aquellos que estén considerando subirse al carro nacionalista convencidos de que en una Cataluña independiente ataríamos a los perros con longaniza harían bien en pensárselo dos veces.
Vamos por partes. En primer lugar, el saldo fiscal del que se parte es engañoso. El cálculo preferido por la Generalitat (en base al método del flujo monetario) exagera el déficit fiscal porque solo tiene en cuenta aquellos gastos del Estado en los que el dinero llega físicamente a Cataluña. De acuerdo con las estimaciones de la propia Generalitat (por el método del flujo de beneficio), de aquí habría que sustraer 5.148 millones, que es la parte que corresponde a Cataluña del coste de los servicios generales del Estado que le benefician pero que no se producen físicamente en ella. En esta partida se incluyen entre otras muchas cosas las embajadas españolas, casi todas las bases militares del país y los servicios centrales de los ministerios y de la Agencia Tributaria estatal.

También tendría efectos adversos sobre los flujos comerciales y de inversión que reducirían el PIB
Aunque en estos organismos puede haber algo de grasa prescindible, en general se trata de servicios que una Cataluña independiente tendría que producir de alguna forma por su cuenta —a un coste significativamente mayor que el actual porque en muchos casos hay fuertes economías de escala. Por ejemplo, si Cataluña se conformase con quedarse con representación diplomática en uno de cada tres países donde España la tiene, el coste del servicio exterior imputable a cada ciudadano catalán se multiplicaría por dos con la independencia. Un caso importante es el de la Agencia Tributaria. Una hipotética Hacienda catalana no solo le saldría bastante más cara a los ciudadanos de Cataluña que su parte de la agencia estatal sino que además es muy probable que recaudase bastante menos porque contaría con peor información para detectar el fraude fiscal o para controlar a los grandes contribuyentes (corporativos o individuales) que operan en todo el país.
Intentemos ponerle números medianamente razonables a todo esto. Resulta evidente que los 16.409 millones que airadamente reclama la lechera no son una buena estimación de lo que se ahorrarían los contribuyentes catalanes tras la independencia. Si no imputamos ningún coste adicional en la provisión de servicios hasta ahora comunes, el máximo ahorro fiscal sería de 11.261 millones anuales o un 5,8% del PIB según los cálculos de la propia Generalitat. Pero además hemos de tener en cuenta el previsible aumento en el coste y la menor eficiencia de algunos de estos servicios. Si suponemos que la pérdida de economías de escala eleva estos costes en un 25%, de la estimación original del potencial dividendo fiscal de la independencia tendríamos que deducir 6.435 millones. Si suponemos además que la recaudación en Cataluña de la Agencia Tributaria se reduce en un 5% tras su desmembramiento y que la de la Seguridad Social lo hace en un 1% por el mismo motivo, a la cifra anterior hay que añadirle 1.740 millones en concepto de menores ingresos achacables a la pérdida de eficacia de los principales organismos recaudadores. Tras substraer estas cantidades, la mitad del dividendo se ha evaporado, dejándonos con una ganancia neta máxima de unos 8.200 millones, o un 4,2% del PIB, para las arcas de la Generalitat.
En segundo lugar, hay que considerar los posibles efectos de la independencia sobre la economía catalana. Pongámonos para empezar en la mejor de las situaciones posibles y supongamos que nadie en el resto de España se cabrea y decide mandar al cuerno a sus proveedores catalanes y que Cataluña permanece dentro de la Unión Europea. Aún así, tendríamos una frontera entre Cataluña y el resto de España, que es, con enorme diferencia, su principal cliente. Y las fronteras —incluso sin aranceles— tienen un notable efecto disuasorio sobre el comercio. Según los cálculos preliminares que ha realizado uno de nosotros utilizando un modelo matemático estándar en economía internacional, bajo la hipótesis de que la relación entre los dos nuevos países es tan cercana como la que ahora existe entre España y Portugal, la reducción de los flujos comerciales entre ellos supondría un descenso del PIB catalán del 9%, o más del doble del dividendo fiscal de la independencia.
Todo hace pensar, además, que el escenario descrito en el párrafo anterior pecaría de optimista. El boicot al cava que sufrimos hace unos años no permite augurar un divorcio precisamente cordial. Y la propia Comisión Europea nos ha recordado hace unos días que una Cataluña independiente quedaría en principio fuera del mercado único y del euro, con consecuencias potencialmente desastrosas para su economía, y tendría que solicitar una adhesión a la Unión que exigiría la aprobación unánime de todos sus socios, incluyendo España.
En conclusión, las perspectivas económicas de una hipotética Cataluña independiente no son particularmente brillantes. La secesión comportaría un cierto ahorro fiscal, aunque muy inferior al que anuncian algunos de sus entusiastas. Pero también tendría efectos adversos sobre los flujos comerciales y de inversión que reducirían significativamente el PIB del nuevo estado. Según nuestros cálculos, incluso en el más favorable de los escenarios posibles, los costes serían sustancialmente mayores que los beneficios.
Ángel de la Fuente es investigador en el Instituto de Análisis Económico, CSIC, ySevi Rodríguez Mora es profesor de Economía en la Universidad de Edimburgo. El País, 26 de Septiembre de 2012.

El PSC es la garantía de seguridad, ante propuestas que nos llevan hacia lo desconocido, la rotura y el enfrentamiento.


La derecha Española PP, y la derecha Catalana CIU, nos llevan hacia la confrontación, olvidando a las personas y anteponiendo sus intereses electorales. El President Mas utiliza el Parlament como foro para su primer acto de campaña. Quieren tapar los recortes debajo de la bandera de la independencia.

La irresponsabilidad de las dos formaciones políticas están generando una ruptura en nuestra sociedad, la estrategia de CIU de culpar a España por los recortes les lleva por un camino hacia lo desconocido.
En estos momentos en que muchas ciudadanas y ciudadanos están sufriendo en sus carnes los recortes motivados por dos gobiernos de derechas, que aplican recetas neo liberales a problemas generados por la avaricia de los sectores financieros y la falta de regulación del estado. La solución no es llevar a la sociedad hacia un barranco, hacia lo desconocido y hacia un camino, que un gran parte de nuestra sociedad, no comprende ni desea.

El President de la Generalitat debería haber sido el presidente de todas las ciudadanas y ciudadanos de Catalunya y no podemos olvidar que Catalunya es mucho más compleja y diversa de lo que CIU piensa.
Ante un PP tabernario y una CIU corriendo como una gallina sin cabeza, el PSC debe mostrar lo que siempre ha sido, un partido donde la diversidad de sus sensibilidades refleja la diversidad de nuestra sociedad. Un partido en el que las personas, son el centro de las políticas y no las banderas. 

Un partido en el que las diferentes sensibilidades se agrupan ante el proyecto de construir una sociedad mejor, mejor para las ciudadanas y ciudadanos, no mejor para los mercados financieros, como quiere el PP y CIU, en esto, no se enfrentarán nunca, en los recortes, en la reducción de derechos, en el desmantelamiento de la sociedad del bienestar, siempre coincidirán.

22.9.12

¿Qué espera Rajoy?




La poca credibilidad del gobierno de Rajoy dificulta la solicitud del rescate.

Está tan deteriorada su imagen en el exterior que una de las condiciones de la troika comunitaria es la dimisión del gobierno en pleno como exigieron a Italia y claro, Rajoy prefiere que arda España antes de reconocer su fracaso.

Sus mentiras en las ruedas de prensa, la falta de transparencia en su gestión, las voces discordantes de su propio gobierno y la incapacidad para que transcurra una jornada sin tener que hacer un desmentido, convence a los responsables del rescate de que no están capacitados para desarrollar una gestión suficientemente eficiente.

Los corresponsales de la prensa Europea en España informados de la situación actual, denuncian la política comunicativa de intoxicación, generada por el gobierno del PP y apoyada en los medios de comunicación afines, que actualmente son prácticamente todos los tradicionales.

El golpe de estado al estado de bienestar, está siendo apoyado por un golpe de estado al estado democrático.

El derecho a la información o a la libre expresión de las ideas y opiniones, se está viendo sesgado por las diferentes presiones que ejercen los grupos económicos o el propio gobierno, utilizando sin ningún pudor los medios de comunicación públicos para mentir, intoxicar, manipular y desinformar.

Los medios de comunicación internacionales califican al gobierno de Rajoy como un gobierno fallido, reconociendo que desde su toma de posesión no ha superado los minimos exigibles a un gobierno Europeo. La incapacidad manifiesta de Rajoy y la elección de un gabinete de perfil muy bajo, no les permite generar la confianza suficiente, demostrando su incapacidad y falta de coordinación diariamente.

Si añadimos actuaciones como la de terminar abruptamente una rueda de prensa para irse a la Eurocopa o mentir en la ruedas de prensa después de las reuniones de la Comisión Europea dejando en muy mal lugar al resto de lideres Europeos, todo esto no ha ayudado absolutamente en nada. Todavía retumban las carcajadas ante la primera entrevista concedida por el presidente del gobierno a un medio internacional, al periódico internacional, más amarillo y con menor prestigio de Europa, el Alemán BILD ZEITUNG. http://www.bild.de/

Para superar esta exigencia de dimisión, Rajoy está poniendo encima de la mesa de los representantes de la troika, que evidentemente hace semanas que ya están en España, superar los recortes planteados inicialmente, comprometiéndose a una reducción de todos los sueldos del país de alrededor del 8%, el aumento del IVA hasta el 23% y el gran comodín, la rebaja de las pensiones en un 12% de media. Medidas que por otra parte son muy similares a las aplicadas por Grecia, donde un gobierno también fallido intenta conseguir la confianza de la troika, al igual que España. Todo esto, a cambio de que le dejen seguir ocupando la Moncloa.

Si queréis más información el programa de La Sexta “La Sexta Columna” de ayer día 21 de Septiembre podréis escuchar de viva voz la opinión de los diversos corresponsales internacionales y de reconocidos expertos de prestigio mundial que de manera diáfana el deterioro de la imagen de España por el gobierno fallido de Rajoy.

13.9.12

¿Y si en vez de EuroVegas construyésemos EuroHarvard?



Parece que nuestros dirigentes han conseguido traer Las Vegas a España. Pero, puestos a imitar un icono americano, ¿por qué no copiar la Universidad de Harvard?

La Universidad de Yale acaba de inaugurar un campus en Singapur, la Universidad de Berkeley en Shanghái. ¿Y si nosotros hubiésemos ofrecido a estas instituciones todas las facilidades que se le han dado a Adelson?

No me importa que no sea Harvard, ni un gran centro de investigación. Pero, ¿no podemos apostar por un proyecto que nos haga soñar en este dichoso país? ¿Queremos ser recodados como aquellos que para salir de una crisis inmobiliaria comenzaron a construir mega-casinos y parques de atracciones?

En 1961, Kennedy propuso poner un hombre en la Luna antes del final de la década. Durante los años siguientes, el presupuesto de la NASA se multiplicó hasta representar el 4% del presupuesto federal de los EEUU (hoy no llega al 0,5%). Kennedy no tenía ni idea de aerodinámica, ni de los complejos problemas técnicos que habría que resolver. Ofreció algo más importante: un sueño colectivo y la voluntad política para alcanzarlo.

Hoy, aquel sueño hecho realidad, no sólo es el orgullo de los norteamericanos. Instituciones como Harvard o la NASA son admiradas hasta por el más acérrimo anti-yankee. Y si queréis también podemos hablar de beneficios económicos: cada dólar invertido en la NASA generó 7 dólares en la economía estadounidense (podéis leer este detallado estudio).

¿Lo único que soñamos nosotros es que vengan a montarnos Las Vegas?

La crisis económica está generando un tremendo sufrimiento humano. Pero, a la vez, nuestro país está viviendo un momento colectivo fascinante. Hace unos años, cuando todo parecía ir bien, a casi nadie le importaba la política. Hoy, hasta mi abuela discute sobre las prioridades en los presupuestos del gobierno.

¿Por qué no aprovechamos esta crisis para construir algo de lo que nos podamos sentir orgullosos? ¿Nos vamos a resignar a seguir siendo los primos chabacanos de Europa?

Publicado en PUBLICO. Principal Marsupia.13 de Septiembre de 2012.

10.9.12

Más de 210.000 empresas han cerrado por la crisis




La Gran Recesión, como se conoce ya al periodo de profunda melancolía económica que arrancó en 2007, ha sepultado ya 210.120 empresas en España, según los últimos datos estadísticos divulgados por la Seguridad Social. Hace cinco años había 1.419.985 empresas inscritas como cotizantes en el instituto de previsión. El pasado julio ese número se había reducido a 1.209.865, lo que refleja el terrible mordisco que ha dado la crisis al sector empresarial español.

Los últimos cinco años han sido demasiado empinados para las pymes españolas. Y la situación económica no mejora. Solo en los últimos 12 meses se han dado de baja en el instituto social 46.628, según los datos de julio.

No obstante, el peor ejercicio fue 2009. Aquel año se dieron de baja de la Seguridad Social 93.808 compañías españolas. Hasta ahora ese año maldito también fue el peor para casi todas las variables económicas.

Un vistazo a la serie histórica de empresas inscritas a la Seguridad Social revela una cierta estacionalidad. Durante los meses de verano se produce un ligero repunte en la creación de empresas mientras que en el último trimestre del año se acentúa la destrucción de sociedades. Un comportamiento paralelo al del mercado laboral. Esta serie incluye todo tipo de empresas, pero la mayor parte, el 97% del tejido empresarial español, tiene menos de 50 trabajadores.

Otra de las claves que se desprende de los datos es que se han destruido más empresas en el sector de la construcción que en el de servicios, a pesar de que hay muchas más sociedades inscritas de este sector (935.777 en el sector servicios frente a 132.444 en el de la construcción y 116.919 en el industrial).

3.9.12

Cómo Goldman Sachs creó una crisis alimentaria internacional



Entre 2007 y 2008, los precios mundiales de los alimentos se dispararon. El número de personas viviendo en la extrema pobreza alcanzó los 150 millones. La ONU encargó aOliver De Schutter una investigación sobre las causas de esta crisis alimentaria. La conclusión de su informe es estremecedora: potentes especuladores internacionales provocaron una enorme burbuja en el mercado mundial de alimentos.
En este post vamos a explorar la responsabilidad de algunas instituciones financieras en semejante catástrofe humanitaria. Veremos cómo Goldman Sachs jugó un papel central. Pero, antes de nada, necesito introducir un concepto importante: “los derivados financieros”. 
 ¿Qué son los “derivados financieros”?
 En las noticias sobre la crisis bancaria seguro que habéis escuchado el término“derivados financieros”. Pero, ¿qué es un “derivado financiero”? Vamos a verlo con un sencillo ejemplo.
 Un ejemplo de “derivado financiero”
Imaginemos a un agricultor que produce trigo y a un panadero que necesita el trigo para hacer pan.
El precio del trigo fluctúa con el tiempo. Ni el agricultor sabe por cuánto podrá vender el trigo en el futuro, ni el panadero sabe cuánto le costará comprarlo. Por ejemplo, si dentro de una año hay una gran sequía, la cosecha será escasa y el precio del trigo aumentará.
La mayor preocupación del agricultor es que el precio del trigo baje. Imaginad que compra semillas y tractores calculando que podrá vender cada tonelada de trigo por 100 euros y unos meses después, cuando termina la cosecha, en el mercado sólo le pagan 5 euros.  ¡Desastre!
Al contrario, lo que más preocupa al panadero es que el precio del trigo suba. Imaginad que invierte dinero en su panadería calculando que podrá comprar el trigo a 100 euros y unos meses después resulta que vale 200. ¡Desastre!
Como los riesgos del agricultor y del panadero son complementarios (el agricultor teme que baje el precio del trigo y el panadero teme que suba), ambos pueden protegerse firmando un contrato que diga:
“Yo (agricultor) me comprometo a venderte una tonelada de trigo por 100 euros dentro de 9 meses. Y tú (panadero) te comprometes a comprármelo.”
Este contrato es un ejemplo de derivado financiero. Un derivado es un instrumento cuyo valor depende del precio de un bien subyacente. En nuestro ejemplo, “el instrumento” es el contrato de compra-venta y el “bien subyacente” es el trigo.
Hasta aquí, los derivados financieros pueden ser muy beneficiosos para la economía: al disminuir los riesgos, panaderos y agricultores pueden invertir en sus negocios sin temer la bancarrota si un año llueve un poco más o menos de lo habitual.
Goldman Sachs y los grandes especuladores entran en escena
Sigamos con nuestro ejemplo donde teníamos panaderos y agricultores. Ahora introducimos unos participantes nuevos: los especuladores.
Al contrario que panaderos y agricultores, los especuladores ni producen trigo ni necesitan trigo. Sin embargo, en su justa medida, los especuladores benefician tanto a los panaderos como a los agricultores. Por ejemplo, imaginad que un agricultor produce 100 toneladas de trigo al año. Tendría que encontrar a muchos panaderos para vender la totalidad de su cosecha y firmar un contrato diferente con cada uno de ellos. Para el agricultor es más sencillo vender su trigo a un especulador, quién, a su vez, asume el riesgo de encontrar a los panaderos. Dicho en la jerga económica: “los especuladores proporcionan liquidez al mercado”.
La crisis alimentaria estalló cuando un “invento” de Goldman Sachs junto a un cambio legal en EEUU provocó que los grandes especuladores se convirtieran en los únicos jugadores relevantes en el mercado de alimentos.
Allá por los 90, los banqueros de Goldman Sachs se inventaron un derivado financiero sobre un índice que mezcla los precios de 24 materias primas, entre ellas, el café, el trigo, el maíz y la soja (“Goldman Sachs Commodity Index”). En 1999, la agencia norteamericana encargada de vigilar este tipo de productos financieros decidió desregularlos, permitiendo a los especuladores ciertas operaciones antes prohibidas (en particular, las llamadas “posiciones a largo”).
Goldman Sachs diseñó su derivado financiero para los inversores que buscaban “aparcar” su dinero. Los alimentos parecen la apuesta perfecta: las empresas tecnológicas pueden quebrar si la competencia inventa un producto mejor, pero la humanidad siempre necesitará comida. ¿Qué mejor lugar para invertir?
La desregulación provocó un enorme flujo de capital hacia los derivados sobre alimentos. Se calcula que entre 2000 y 2008, la inversión en estos productos financieros se multiplicó por 50. La consecuencia fue una tremenda burbuja: cuanta más demanda para derivados financieros sobre alimentos, más sube el precio futuro de los alimentos y cuanto más sube el precio futuro de los alimentos, más demanda para los derivados. La crisis financiera no ha frenado esta tendencia: los alimentos siguen siendo un “valor seguro” para los especuladores (ver esta gráfica).
Permitidme terminar con el esclarecedor testimonio ante el Senado estadounidense de Michael W. Masters, ex-manager de un hedge fund que especula en el mercado de los alimentos:
“En este mismo momento, hay cientos de miles de millones de dólares preparados para entrar en los mercados de las materias primas. Si no se toma una acción inmediata, los precios de la energía y los alimentos seguirán subiendo. Esto podría tener consecuencias catastróficas para millones de consumidores estadounidenses. Y podría significar, literalmente, la muerte por inanición de millones de personas en los países más pobres”.
Nota.- Si estáis interesados en este tema, os recomiendo: 1) El informe de Oliver de Schutter para la ONU, 2) Este artículo de Frederik Kaufman en Foreign Policy y 3) El testimonio completo de Michael W. Masters ante el senado norteamericano.

United me rompió la guitarra…



En un viaje hacia Nebraska con escala en Chicago, los miembros del grupo Sons of Maxwell presencian horrorizados desde su ventanilla cómo el personal de tierra de United Airlines lanza sus guitarras al aire y algunas caen contra el suelo. Alertan a varios empleados, que pasan  de ellos y de sus peces de colores, y por supuesto, al llegar, se encuentran una de sus guitarras, la Taylor de Dave Carroll, completamente destrozada. Las quejas y los intentos de que la aerolínea cubra los tres mil quinientos dólares de coste de la reparación resultan infructuosos. Finalmente, el grupo decide grabar una canción, “United breaks guitars” y subir el vídeo a YouTube (subtitulado en castellano en LaInformación), donde lleva ya más de doscientas cincuenta mil visualizaciones y ni te quiero contar las que le quedan: ha sido ya portada en DiggReddit y Menéame. Además, la canción es un country-folkclásico la mar de majo.
De nuevo se vuelve a demostrar, como en tantas otras veces anteriores: las relaciones con los clientes han cambiado, y si no te quieres enterar por ti mismo, va a venir alguien y te lo va a poner encima de la mesa antes o después. En realidad, según las explicaciones de la compañía, Dave no notificó la rotura de la guitarra en el aeropuerto de destino porque no encontró personal de la compañía para hacerlo, y esperó una semana, hasta el vuelo de vuelta, para hacer su reclamación. La mayoría de las aerolíneas deniegan la indemnización si la queja no se cursa en unas pocas horas tras la llegada del vuelo, veinticuatro horas en el caso de United. Pero ahora, todo eso ya da igual: probablemente, los procedimientos de manejo de equipajes en United no sean mejores ni peores que los de otras aerolíneas, ni el índice de desperfectos en equipajes sea estadísticamente mayor, o incluso es posible que su personal no sea manifiestamente más descortés, pero ahora todo eso da igual. Durante un cierto tiempo, United va a tener que cargar con la reputación de ser la aerolínea que rompe equipajes, y mucho me temo que el daño provocado a la imagen de la compañía pueda llegar a ser rápidamente mayor que los tres mil quinientos dolares que habrían arreglado el problema original – y que además, correspondían en justicia al pasajero que confió su equipaje a la aerolínea esperando que se le daría un trato razonable. A estas alturas, además, las soluciones se vuelven complejas: volver atrás para compensar a Dave Carroll significaría automáticamente que éste lo hiciese público, y que un porcentaje importante pasajeros que han sufrido problemas similares reclamasen sus daños. Cambiar la política de reclamaciones puede llegar a ser verdaderamente muy caro o dar lugar a la posibilidad de fraudes, y tratar de mejorar los procedimientos de manejo de equipajes choca seguramente con elementos que están fuera del control de la compañía (aunque ello no impida que deban ser revisados y mejorados). Seguramente, la única manera de haber arreglado una cosa así, con un procedimiento de reclamación por medio que duró cerca de un año, habría sido hablando con el cliente y mostrando una actitud adecuada. Markets are conversations.